"Volver mi corazón de piedra; mi rostro de acero. Engañar y ser engañada, y
morir: ¿quién sabe? Somos cenizas y polvo".

Alfred Tennyson.















23 ene 2011

Dulce.


"Cerré los ojos, respiré hondo y dejé que los aromas entraran en mi nariz. El primero que llegó fue el más fuerte, un olor a caramelo y azúcar moreno, dorado como el sol. Y luego, cómo no, venía el chocolate, desde el más negro y amargo hasta el de leche. Entonces se acercó revoloteando el olor de la menta, agudo como el cristal, y después el de frambuesa, dulce como la fruta pasada. La manzana fresca. Las nueces cálidas y terrosas. La fragancia sutil y afable del chocolate blanco y...la moca, una nota intensa y oscura. Las pastas de mantequilla de las estanterías añadían una nota harinosa y reconfortante, y las piruletas, un torrente de olores frutales demasiado vivos para ser naturales. Y mas allá, el toque penetrante de las galletas saladas, el chillón aroma del limón, el regusto quebradizo del anís..."

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